(02/52) Bolsa con bolsitas

Edna Montes
3 min readJan 16, 2023
Yo, hallando mi amada bolsa con bolsitas, decripción gráfica.

Tengo problemas con la mayoría de las «bolsas de mujer». Para empezar porque no entiendo ni apoyo el afán de reflejar expectativas de género en accesorios de ningún tipo. En especial porque, a menudo, tienen una bolsita interna y luego el triángulo de las Bermudas donde todo se revuelve en un caos inaccesible. Como si alguien hubiera creado un complot maligno para hacernos cargar cosas enormes en las cuales perder tiempo de nuestra vida rebuscando (si me lo preguntan fue idea de los mismos sádicos que le reducen los bolsillos a la ropa).

Soy fan de las bolsas que cruzan el cuerpo, son pequeñas en apariencia y les cabe mucho. En parte, porque de niña quería ser como Indiana Jones y me parecía que las mochilas escolares eran instrumentos de tortura y nada prácticas en caso de aventuras. Por otra, la «aventura» de crecer en el, en ese entonces, DF me enseñó que esas son más difíciles de arrebatar. Mientras menos llamen la atención y más compartimentos tengan, mejor. Muchos cierres y repartir mis cosas me salvó de más de un carterista en el metro. También ayudaban a salir en hora pico del vagón sin tanto miedo de que mi mochila no lo lograra.

Por eso, agarré mis cosas el lunes y me lancé a un centro comercial. No soy mucho de hacer compras sin planear, pero mi bolsa de batalla ya está expirando luego de 6 años de valiosos servicios. Es una bolsa «de viaje» mágica: le caben muchísimas cosas aunque es pequeña. Además tiene un montón de compartimentos internos en los que caben los clásicos: llaves-cartera-celular y también el inhalador, el bálsamo de labios, el gel antibacterial, y otras maravillas. Cabe debajo de una chamarra por si le quiero dar una capa extra de protección. Y, por si eso no fuera suficiente, me la regaló mi papá para un viaje que hicimos juntos.

El modelo exacto aún existe, pero ha escaseado últimamente. Por eso, cuando descubrí una y solo UNA marcada en el inventario de la tienda departamental salí corriendo como Indy. La busqué en piso, sin éxito. Le pedí a uno de los vendedores que la buscara en bodega, solo para verlo regresar con las manos vacías. Resignada a esperar un poco más cargando el cadáver de mi bolsa favorita hasta nuevo aviso, ahí con la marca de la puntadas torpes y pequeños arreglos que le hice para postergar lo inevitable, me dije que al menos merecía unos chocolates. Enfilé a la dulcería por otro departamento que no tenía nada que ver con las bolsas cuando la vi: alguien la había abandonado en la zona de cómputo. Ni el doctor Jones, cuando eligió el cáliz correcto en la Última Cruzada, se veía tan contento como yo.

Creo, que más que las bolsas con bolsitas, cierres y compartimentos. Lo que de verdad me gusta es sentir que estoy lista para lo que venga, tener un leve reducto de control y orden en una vida que es impredecible y caótica. Después de todo, las pelis de Indiana Jones me enseñaron que si la aventura llama, hay que estar listos para responder.

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Edna Montes

Escritora, periodista, friki irredenta, adorkable y eterna aprendiz de sommelier con una pluma tan filosa como su espada. Accidente esperando a suceder.