(05/52) Recuperarse
Recuperarse es muy extraño.
Desde que me rompí el tobillo, me lo operaron, fui a rehabilitación y traté de volver al ritmo habitual me sentía como Chihiro en esa escena que corre escaleras abajo. Podía bajarlas, aunque por dentro siempre estuviera gritando. Ya pasó un año y una semana desde que me caí en los escalones de mi edificio. Vivo en un cuarto piso. Viví al límite la terapia de choque. Hace meses que subo y bajo los peldaños muy despacio. A veces, me paro justo en el punto del siniestro y suspiro. No puedo cambiar al pasado, pero eso no quita que me persiga.
Ayer, noté que podía bajar bien las escaleras. Mi Chihiro interior se quedó en silencio y tuve, al fin, seguridad en mis piernas.
Recuperarse es un camino cuesta arriba.
La semana pasada comencé a correr desde cero. Es un entrenamiento muy muy amable de principiantes. Aún así, los músculos se quejaron y mis pulmones casi se pusieron en huelga. Tocar fondo tras la lesión es como haber jugado décadas de un videojuego y que se te pierda todo el avance. No sólo es el tobillo: también el asma, las alergias, la depresión, la ansiedad y todo mi historial médico que depende de mis salidas constantes a caminar y/o correr. Hasta mi creatividad.
Recuperarse es una caja de sorpresas.
Salí a correr un poco y ese cuento que tenía semanas atorado sin poder acabar me reveló su final. Comprendí mejor lo que más me dolía de una interacción familiar fallida. Decidí un plan de acción a un problema que me quejaba desde Navidad. Subí las escaleras cansada, pero firme, sin miedo a caerme de nuevo. Dormí mejor y sin pesadillas.
No sirvo para el Mindfulness ni para meditar, el ASMR me pone mal también. La quietud no se me da. Quizá nunca lo haga, ya hice las pases con eso. El movimiento es lo mío, tal vez por eso solo me siento bien cuando corro, cuando hay un espacio en mi mente que me permite ordenar el ruido en vez de obligarme a callar.
Recuperarse es un proceso.
Llevo meses caminando nada más, subiendo el ritmo y la distancia poco a poco. Intenté correr antes de tiempo y, como en el Juego de la Oca, caí de nuevo al pozo: me dio tendinitis. Reposo y a esperar de nuevo mi turno. Cuando el doctor me dio permiso de empezar gradualmente con el ejercicio, desde la casilla de inicio, el tiempo se volvió una sustancia elástica que no terminaba de significar algo. Ni siquiera porque mi app para registrar distancias de caminata fuera testigo del progreso o yo, terca, me negara a rendirme.
La trampa con estas cosas es que cada paso cuenta, pero el cambio es tan dosificado que lo pasas por alto. Un día, bajas las escaleras sin miedo y es cuando sabes que la persistencia sirve.
Recuperar(me)
Sanar es una forma del volver al cuerpo. No puede ser un proceso impersonal, es demasiado íntimo como para eso. Recuperarme es fundamental porque significa volver a ser yo misma, sea cual sea la versión vigente ahora.