(06/52) Ni aquí ni ahora

Edna Montes
2 min readFeb 22, 2023

Una de las cosas que me gusta de caminar sin rumbo, como un ejercicio que es a la vez vagar y un fin en sí mismo, es que me hace estar presente en el momento sin hacerme daño. Soy pésima meditando y el mindfulness me pone nerviosa. El ASMR me da ansiedad y los ejercicios de respiración pierden la batalla contra mi rinitis alérgica. Juro que he tratado con todas mis fuerzas cada una de esas cosas. Soy depresiva y ansiosa desde muy pequeña, así que he probado un montón de técnicas que me ayuden a controlar el enjambre de pensamientos catastróficos que vive en mi cabeza.

Sé que no estoy sola: hay estudios que hablan de como algunas personas con ansiedad o TEPT no se benefician de meditar porque muchas de las técnicas terminar por disparar episodios. Lo que sí me funciona, lo descubrí cuando empecé a hacer Karate, es el movimiento.

Volví a pensar en el tema porque terminé festejando mi cumpleaños en la barranca de Huentitán. Una fractura, una cirugía y un periodo de rehabilitación después todavía no soy capaz de bajar y subir toda la ruta principal. Aún así, hice más de la mitad sin molestias en el tobillo. Con todo y dos toques de mi inhalador porque no he recuperado la condición.

Por ahora me conformo con que mi cuerpo todavía recuerda dónde hay que poner el peso, cómo se bajan terrenos empedrados. La magia de hacerlo es solo ver el camino de frente, estar segura de a dónde vas y cómo. Plantearte las formas en que vas a acomodar el pie es estar un poco en el futuro, eso me da paz; la misma que cuando tomo decisiones mitad espontáneas mitad planeadas en mis caminatas por la ciudad.

No sé estar solo aquí y ahora. La química de mi cerebro no está hecha para eso. Volver al senderismo, aunque fuera solo por un día, me recordó que eso está bien. Es válido meditar sobre la marcha, estar en movimiento y con un pie en el futuro. O mejor aún: en la esperanza.

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Edna Montes

Escritora, periodista, friki irredenta, adorkable y eterna aprendiz de sommelier con una pluma tan filosa como su espada. Accidente esperando a suceder.