[14/52] Hola, soy Edna y odio presentarme.

Edna Montes
3 min readMay 17, 2022

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Llevo un rato mirando a la pantalla. Estoy iniciando un nuevo curso en línea y estoy en ese temido momento en el que el foro exige que me presente. Lo odio, pero mi ñoñez me juega en contra y me impide saltármelo.

En la primaria, amaba trazar los márgenes de los cuadernos, decorarlos, ponerles etiquetas con mi nombre y forrarlos. Los días antes del término de las vacaciones se iban en eso, luego, la noche anterior al inicio de curso se llevaba ese gozo. Me la pasaba viendo el techo, sin poder dormir por la inminente presentación del día siguiente. Ya era bastante malo hacerlo en un grupo donde me conocían y empeoró en los ciclos siguientes porque cambié mucho de escuela. En sexto, apenas hacía las pases con las presentaciones.

En secundaria, se desbloqueó un nuevo nivel de horror: Maestros diferentes incrementaban las repeticiones de aquella tortura de «Me llamo Edna…». Los complementos eran diferentes: ¿de qué primaria vienes? ¿Cuántos años tienes? ¿Cuándo es tu cumpleaños? En la universidad había un nuevo añadido peor: ¿Por qué decidiste estudiar esta carrera? ¿Qué quieres hacer cuando te gradúes? Ser siempre un año menor que el resto de mis compañeros de clase era un peso añadido.

Mi historial académico también es una hoja de ruta de mi vida con ansiedad. Exponer frente al grupo o tener un examen difícil me provocaron crisis de pánico y vómito toda mi primaria. En secundaria podía resolver exámenes sin crisis tan graves. Aun así, tras entregar el examen, salía corriendo del salón, me faltaba el aire y se me «borraba el cassette»: no me acordaba de qué habían preguntado o qué había contestado. En los trabajos de equipo, canjeaba hacer todo lo demás con tal de no subirme a exponer y, si no podía evitarlo, daba una masterclass de cómo imitar a un chihuahua tembloroso.

Mi mamá adoptiva me metió a los concursos de declamación y debate desde primaria, no rendieron frutos hasta la secundaria. En ese entonces fue también cuando empecé a tomar terapía psicológica constante, aproximándome al ansiado diagnóstico. Saber que posiblemente tenía Ansiedad Generalizada fue nombrar al monstruo, me dio control al fin.

En la prepa, sabía mucho mejor cómo calmarme, aunque no podía evitar sentirme fatal a ratos. En la Uni, ya era mucho más funcional con un diagnóstico claro. Recuerdo todo esto, mientras lucho con lo que debería escribir luego de «Hola, soy Edna y soy mexicana…», me viene a la mente lo terrible que fue hacer mi primera semblanza «de autora». Como buena ansiosa, no me gusta tener la atención centrada en mí. No habría problema si no fuera porque amo escribir y eso me pone en el centro de eventos donde se espera que presente, lea, dialogue y sea elocuente mientras familiares, amigos y extraños me miran. No puedo aseverar el nivel de atención implicada, ni que sea importante: mi abue me confesó que en una de mis presentaciones estaba muy feliz y orgullosa, pero muy cansada y muerta de sueño también. Con todo, sigue siendo la que con más cariño recuerdo.

¿Qué puedo decir sobre mí en unas cuántas líneas? ¿Importa? Miss Ángeles, la maestra que más influyó en mí y mi amiga, me dijo en una ocasión que aprender a no tomarse a una demasiado en serio era un buen antídoto para la ansiedad. No es que sea infalible sino que me ayuda a perdonarme cuando mi cerebro juega sucio recodándome cosas del estilo: «Esa vez que el evento era de Cultura Jalisco, pero dijiste que le agradecías la invitación a la UdeG» (Tip pro: si tienes miedo de que se te vaya la onda lector, lectora, lectore ansiosx di «a los organizadores» nada más).

En los eventos literarios, cuando le agradezco a quién modera y presenta a los invitados, no lo hago a la ligera. Me gustaría que supieran el peso que me quitan de encima, que mientras leen me dan la oportunidad de respirar. Si de todas formas tengo que presentarme, lo que mejor se me da es un ejercicio de honestidad: «Hola, Soy Edna y eso de las presentaciones no se me da/ es mi coco/ me pone nerviosa…». Al final del día, lo importante es que ahora tengo mañanas que me permiten encerrar al monstruo un rato, para que me deje aprender, estudiar y hablar de lo que amo.

Escrito mientras escuchaba: https://open.spotify.com/playlist/4DvteColbVCrs7iIgc4r6x?si=0bba28a19ae4443f

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Edna Montes
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Written by Edna Montes

Escritora, periodista, friki irredenta, adorkable y eterna aprendiz de sommelier con una pluma tan filosa como su espada. Accidente esperando a suceder.

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