[16/52] ¿Dolor, debilidad o miedo? Dolor
La terapeuta me pregunta por qué no puedo realizar un ejercicio de equilibrio nuevo. Me quedo en blanco unos segundos y me da opciones: Dolor, debilidad o miedo. Considero mi respuesta: dolor. Está esa franja que se extiende sobre mi empeine hacia la rodilla y se prende en llamas si intento ponerme en puntas. «Es el tibial anterior» apunta ella, el músculo y su respectivo tendón no la están pasando bien. La única forma de que mejore es fortalecerlo con ejercicios.
Mi relación con el dolor, lo he dicho antes, es muy complicada porque mis umbrales están muy mal calibrados. La resistencia no tiene nada que ver con absolutos morales. Ni debería. La cultura latina y capitalista nos enseña a poner en un pedestal el aguante al dolor. Negarlo cuando deberíamos reconocerlo y comprenderlo es lo que termina por dañarnos. El dolor es una señal física o emocional de que algo no va bien. Si duele deberíamos buscar ayuda de inmediato, detener lo que sea que hacemos, sobrevivir.
Cuando tuve el accidente, creí que no era grave porque el dolor no me imposibilitó seguir. En lugar de eso, bajé tres tramos de escaleras cojeando, recogí una pizza, los subí de nuevo y me dije que me dolía «muchísimo». El doctor me preguntó más de una vez si no sentí un «dolor insoportable». Ver a Alexander Zverev desplomarse en el Roland Garros me dio una idea de lo que debí sentir. Ahora, me es más sencillo explicar mi accidente, si quien pregunta no es particularmente sensible, puedo apuntar a una foto del tenista y decir: eso, pero yo tenía el pie derecho adelante.
Rehabilitarse, en definición de diccionario, es recuperar las capacidades que se necesitan para la vida diaria. Una de las lecciones que me deja la rehabilitación es no pensar en el dolor como un absoluto. Hay muchos tipos: algunos que debemos soportar porque nos fortalecen y otros que nos indican que hay que detenerse. La clave es aprender a reconocerlos. Aplica a lo emocional también. Estos seis meses de recuperación han cambiado mi entendimiento sobre el dolor. No estoy segura, todavía, cómo se traduce eso en mi día a día, pero el descubrimiento ya es suficiente regalo para mi sentido de maravilla.