[17/52] Así cualquiera…
Últimamente me acuerdo mucho de esa tira de «Mafalda» en la que Felipito lee en una estatua «Luchador incansable de preclaras ideas» y piensa que el mérito es estar cansado y seguir luchando. Ser incansable… así cualquiera.
Hace tiempo, me topé un artículo de Estados Unidos sobre cómo mucha gente esperaba efectos secundarios de la vacuna sólo para tener una excusa legítima para descansar. Sentirse de la mierda un día para quedarse en cama sin culpa. La pandemia nos ha sumido en un ciclo de agotamiento complejo de remontar: los borrosos límites entre el trabajo a distancia y la vida personal; la falta de cine, conciertos y los métodos favoritos de entretenimiento… la socialización y los tipos de ocio favoritos de cada quién desparecieron por más de un año. Todavía no terminamos de retomarlos.
Por mucho que la anhelada vacuna esté cada vez más cerca para los treintones, la «fatiga pandémica» es real. No porque la OMS le haya puesto nombre, sino porque nosotros le pusimos cuerpo. Las alzas en el número de gente de sufre ansiedad y depresión (o que ha visto empeorar la que ya sufría), la incertidumbre e incluso incorporar a la rutina diaria cubrebocas y otras precauciones nos cobran una factura que nos sabemos cómo pagar.
Todos estamos muy cansados, de formas muy distintas. Al grado que me siento culpable por quejarme de que estamos en la semana 26 de este reto, pero yo apenas voy subiendo el texto 17. Me animo a teclear esto a pesar del cansancio, no porque sea importante o cambie el mundo sino para recordarme que todavía hay cosas que me motivan. Hay actividades, pequeños remansos de paz, a los cuales aferrarnos porque son importantes para nosotros. Ganar, aunque sea un poco, la batalla contra el agotamiento es una forma de seguir luchando como Felipito.
Lo único que se me ocurre es que deberíamos ser más amables con nosotros mismos. Admitir que tenemos derecho a sentirnos cansados sin que medie culpa en ello. Que hacemos lo que podemos y eso es suficiente.